a la hermana Bety
abrazar el hábito de la hermana
que su mano repose justo en el cabello de la niña
que le tome un hemisferio, palma cálida,
y sus dedos cierren en el pequeño mentón
abrazar el hábito hasta que sea la hora
la tela pesada que esconde a la mujer
a la madre y a la buena de dios
hasta que sea la infancia todo su costado
que acaricie la hermana
su propia naturaleza de semilla
que avance apenas renga
y tímida la pureza,
en ese extremo medio dormido,
un abrojo de algo que parece,
sonríe de futuros pecados
como un rosario con sueño
que se llame así,
Rosario
(no consuelo)
que se contagien las cosas
como un virus la fe
como un virus la travesura
abrazar el hábito de la hermana
y a cambio, que le enseñe a nadar
que sea la espera, eterna
que la religión
llegue, y no la vea
a la niña,
que no la vea